Graciela González y los universos paralelos

El Nobel de Física 2017 fue para los científicos Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne, por su contribución en la detección y observación de las ondas gravitacionales. La científica cordobesa Graciela González fue la vocera del proyecto LIGO cuando se confirmó la teoría de Albert Einstein.

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Gabriela González es profesora de física y astronomía en la Universidad estatal de Louisiana (Estados Unidos) Fue vocera del proyecto LIGO (Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser) y recibió el premio de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS) al Mejor Descubrimiento, por el hallazgo de las ondas. Acaba de convertirse en miembro de la Academia de Artes y Ciencias (AAAS) junto al flamante Nobel, Rainer Weis.

En agosto pasado recibió el Doctorado Honoris Causa de parte de la Universidad Nacional de Córdoba por su rol protagónico en el proyecto LIGO, que permitió confirmar la hipótesis de existencia de las ondas gravitacionales, que eran parte de la teoría de Albert Einstein por hace más de un siglo.

En una entrevista para UNCiencia de febrero del año pasado, González recordó sus años de estudiante en la UNC, la calidad de la formación académica que recibió en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física y su deseo de universos paralelos para poder estar más tiempo en Córdoba:

Yo ingresé a la UNC en 1983. Los mejores recuerdos no son tanto sobre mis estudios en física –que me dieron una formación académica buenísima–, si no las memorias de la reorganización del centro de estudiantes de lo que por entonces era el Instituto de Matemática, Astronomía y Física, hoy Facultad. El primer presidente de ese centro de estudiantes después de la dictadura fue Francisco Tamarit (ex rector de la UNC).

¿Cómo llegó a investigar las ondas gravitacionales? 

En mi época de universitaria me enamoré de la Teoría de la relatividad general de Einstein, sobre la cual hice mi tesis de licenciatura, bajo la dirección de Mario Díaz. Pero lo que me llevó a estudiar la medición de ondas gravitacionales que celebramos ahora fue Peter Saulson, el director y mentor en mis estudios de doctorado en la Universidad de Syracuse, New York. Él me demostró la belleza de poder medir perturbaciones en el espacio-tiempo, más que calcularlas.

¿Qué rescata del sistema universitario?

La educación universitaria en física que recibí en Argentina fue comparable a la de las mejores universidades. Cuando comencé mi doctorado, podía hablar con colegas mucho más avanzados que yo en una variedad de temas.

¿Qué es lo que más extraña?

Visito a mi familia en Córdoba una o dos veces por año. Lo que más extraño es la familia, los amigos y los colegas de la UNC. ¡Quisiera universos paralelos para vivir en varios lugares al mismo tiempo!

¿Qué distingue a los científicos argentinos?

La importancia que le da el país a la educación y a la ciencia –sobre todo en la última década–, y la actitud de que no sólo hace falta hacer ciencia, sino comunicarla y lograr que la ciencia contribuya al progreso colectivo en general.

 

ADN de las ondas gravitacionales

El espacio no es rígido, sino flexible. Puede contraerse y expandirse; lo mismo ocurre con el tiempo. En ese marco, las ondas gravitacionales son perturbaciones del espacio-tiempo que viajan a la velocidad de la luz. Así lo explica Carlos Kozameh, investigador principal de Conicet y docente de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la UNC

Para clarificar, el físico propone un ejemplo: “Supongamos que estamos en el espacio, fuera de la atracción de la gravedad terrestre y hay dos naves, una próxima a la otra. Si en ese momento pasara una onda gravitacional entre ellas, lo que se observaría eventualmente es que las naves se acercan y luego se alejan, quedando en una posición final. Esa distancia que había entre ambas en el espacio exterior no se mantiene constante, porque al ser atravesado por la onda gravitacional se contrae, se alarga y luego vuelve a una posición final”.

El origen de estas ondas gravitacionales se atribuye a la colisión de grandes objetos astronómicos en algún lugar del Universo. “Una vez que se generan, las ondas gravitacionales viajan a la velocidad de la luz. Y si eventualmente pasaran por la Tierra se podrían intentar detectar, que es lo que está haciendo el proyecto LIGO”, señala.

La existencia de estas ondas fue predicha por Albert Einstein en 1916. “En aquel tiempo se pensaba que no era algo físicamente real y durante más de 60 años hubo una gran controversia en torno a ellas, ya que no se podía demostrar si transportaban o no energía, una de las propiedades más importantes de las ondas, como por ejemplo las electromagnéticas que permiten enviar señales de radio o televisión”, cuenta. Y completa: “La controversia se extendió hasta que en los ‘70 la existencia de las ondas gravitacionales quedó demostrada teóricamente y desde entonces se empezó a ver de qué manera se las podía detectar”, explica Kozameh (Nota de UNCiencia)