El desafío de construir agendas globales

Invitado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Gabriel Suárez de la UNVM participó en el panel "Paradigmas Alternativos y complementarios para el trabajo decente y el desarrollo local" en el Foro Mundial de Desarrollo Económico Local en Cabo Verde (África)

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Bajo la consigna “Voces locales, actores locales, agendas globales” se llevó adelante el 4º Foro Mundial de Desarrollo Económico Local en Praia, Cabo Verde (África)

El objetivo que dio inicio a estos encuentros, allá por el 2011, fue construir un diálogo internacional, focalizado en experiencias y prácticas de desarrollo económico local que permitieran promover una alianza global entre actores involucrados en diseñar políticas y estrategias concretas a nivel nacional/local.

El desarrollo económico local tiene como una de sus características de importancia; y ciertamente, es la que le otorga especificidad propia, la posibilidad de pensar y construir “realidad” desde los territorios. Las propuestas de políticas “desde abajo hacia arriba” han sido común en este enfoque, procurando expresar la importancia de los gobiernos locales en garantizar la implementación de las agendas globales, como lo puede ser en este momento, la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Esta importancia de lo local/territorial, muchas veces ignorada, viene de la mano de entender al territorio como un componente indisociable de la condición humana. Pensar situado, pensar territorialmente, es poner en relevancia la importancia del espacio en las relaciones sociales. Esto surge a partir de un entendimiento del concepto de espacio como producto de una construcción social y política. En este sentido, el espacio como dimensión de análisis, requiere comprender las acciones, relaciones, cooperaciones, conflictos que se producen y reproducen en él, no es posible pensar el comportamiento social, las articulaciones sociales, los conflictos, las cooperaciones, en abstracto, sin territorio. Es en lo local donde pueden transformarse en acto los pretendidos objetivos.

Por primera vez el continente africano es sede de estos encuentros, que reúne a representantes de gobiernos nacionales, provinciales y locales, académicos, representantes de organizaciones sociales, organismos multilaterales y distintas Agencias de Naciones Unidas.

Los 17 objetivos planteados en la Agenda de los ODS son una versión menos ambiciosa de los denominados objetivos de desarrollo del milenio, pero no por ello, dejan de representar cuestiones sentidas.

Erradicación de la pobreza, hambre cero, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, energía asequible, trabajo decente, industria e innovación, disminución de las desigualdades, ciudades y comunidades sostenibles, consumo responsable, acción por el clima, vida submarina y ecosistemas terrestres, paz justicia e instituciones sólidas y alianzas para lograr los objetivos.

Como se puede ver, lograr el consenso en la enunciación de los objetivos no muestra mucha dificultad; pero si se visualiza de inmediato lo complejo de generar formas de accionar pertinentes. Toma valor entonces, en primer lugar, las presencias. El presidente local y su gabinete dijeron presente, no solo en lo protocolar, sino en los distintos espacios de diálogo diseñados. También, delegaciones de países africanos, europeos, asiáticos y latinoamericanos.

Estos últimos si dijeron presentes en cuadros técnicos, pero en mucho menor medida en cuadros de gestión pública. Una mención especial para Bolivia, que estuvo representada con una importante delegación encabezada por Hugo Siles, viceministro de autonomías, acompañado por alcaldes y representantes sociales.

El segundo aspecto a destacar, va en línea con la génesis de este foro. Es la recuperación en los diversos paneles, plenarias, diálogos políticos, de las experiencias locales, del cómo ha sido posible mejorar realidades, del cómo ha sido posible organizar comunidades, el cómo ha sido posible revertir situaciones excluyentes. Los logros, las buenas prácticas, los objetivos alcanzados son siempre agua fresca, caricias a tantos que militan por mejorar la calidad de vida de nuestros pueblos.

Gabriel Suárez, en representación de la Red Dete, exponiendo en Cabo Verde

Sin embargo, y en una medida que nos preocupa hondamente a los que estuvimos presente, también las reflexiones abordaron lo que falta, lo que no está siendo posible, las dificultades, las asimetrías impermeables a las práctica comprometidas. Visibilizar caminos a transitar y dar cuenta de situaciones estructurales y coyunturales a transformar también es desafío de este tipo de encuentro.

Pero el tercer y último aspecto, que me gustaría destacar de lo sucedido en esos intensos días africanos; fueron los reiterados discursos invocando la necesidad de pensar en colectivo, de construir comunidad. Expresiones como “compartir prosperidad”, “el desarrollo económico local es incompleto con ausencia del estado”, “buscar nuevas formas de construir desde la base”, y hasta algunas expresiones que me sonaron hasta futboleras, como fue la de aquel panelista que pidió por “pequeñas sociedades que permitan buenos funcionamientos grupales”.

Los anhelos individuales, las consignas individuales no resuelven los problemas de la sociedad, ni siquiera una sumatoria de anhelos individuales. Es por ello que no se puede pensar en pobreza cero a partir de fomentar el emprendedorismo, y mucho menos con salarias a la baja y desempleos en alza. Acaloradas discusiones y muchos consensos en favor de no vaciar de contenidos a los objetivos y asumir un compromiso serio en generar condiciones de redistribución, de fortalecimiento de clases populares y de preocupación para poner límites a un individualismo siempre creciente.

El concepto de desigualdad se hizo presente reiteradamente, siendo abordado de distintos lugares; pero siempre entendiendo que la única posibilidad de revertir las desigualdades es por esfuerzo colectivo, es imposible pensar que éxitos individuales conduzcan a mejoras colectivas.

La difícil tarea de construir agendas globales desde las bases requiere compromisos nacionales y activismo y empoderamiento de actores locales. Y como lo expresó Fekitamoeloa Katoa, Secretaria Adjunta de Naciones Unidas, no hay desarrollo posible sin justicia social.

Mgter. Gabriel Suarez (Universidad Nacional de Villa María)