Cumpleaños

Por Alejandro González Dago

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Hoy cumple años María Isabel, Isa para los amigos, la mujer más hermosa de Internet, la mina más codiciada en Instagram y la que más “me gusta” recibe por día en el viejo y ganchero feis.

Como está rodeada de seguidores y no de amigos porque tal como sucede con las mujeres bellas de la Web ella también posa y cambia su foto de perfil día de por medio para que la vean y le digan cosas o cositas porque ella mide su autoestima y el lugar que ocupa en la vida según la cantidad de seguidores que tenga, ninguno de los que la sigue se atreve a preguntarle cuántos años cumple más por miedo al bloqueo que a la indiscreción. No hay un solo tipo en la Red que soporte ser bloqueado por María Isabel; ni una mujer tampoco. Los tipos para mirarle el lomo, las poses, y esa cosa tan atractiva que ella tiene y vuelve locos a los hombres de Internet. Y las mujeres, para mirarle el lomo, las poses, y esa cosa tan atractiva que ella tiene y vuelve locos a los hombres de Internet. Pero como la Web también es un conventillo virtual donde todo se sabe y sobre todo lo que todos creen saber, está claro que María Isabel es una mujer joven que este año debe cumplir cuarenta y pico, no más.

Eso sí: en los últimos días y según sus mensajitos, anduvo algo preocupada porque su cumple caía un martes 13 y se sugestionó con la mufa, pero después se la notó animada. Cada me gusta, diosa, única, bella, infartante, potra, sheeeguuaaa, estás más buena que comer pollo con la mano, o yo te doy hasta que Macri ponga la foto de Cristina en su despacho, le levantaron el ánimo.

A tal punto llegó su recuperación que fue a la peluquería de siempre para teñirse como siempre, se depiló, se auto regaló un perfume importado de esos que sólo se pueden comprar una vez al año y con mucha suerte, estrenó ropa interior acorde a la ocasión, un trajecito dos piezas con el que había soñado todo el año, se maquilló como para casarse y puso en la heladera aquel champán Don Perignón de diez lucas que le había regalado Oscar el día que le preguntó si quería formar una familia porque él quería hijos, un perro y esas cosas. Pero como ella le dijo “ni se te ocurra porque cualquier cosa menos gorrrrdaaa” y Oscar se tomó el palo haciendo un gesto de alivio pero sin saludarla, esta era una buena ocasión para tomarse toda la botella.

El lunes 12 pasadas las once y media de la noche, María Isabel, recién duchada e impecable, se sentó frente a su compu para festejar su cumpleaños. Cuando pasaron las doce de la noche empezaron a llegar los mensajitos.

Fue un récord.

Estuvo a punto de colapsar el sistema por la cantidad de saludos que recibió.
Fueron miles de ¡ holissss !, millones de okissss y de happy birthday, Isa!!!!! Memes de todos los colores, labios tirando besitos y serpentinas cruzando el aire. Contestó cada uno de los saludos mientras bebía su Don Perignón y hasta la madrugada rió de alegría porque nunca imaginó tener tantos pero tantos amigos.

Antes que amaneciera lloró desconsolada.

Apenas salió el sol la encontraron muerta en su departamento.

Al lado de su cuerpo había una botella vacía de champán, tres blíster vacíos de psicofármacos, una vela derretida sobre una torta selva negra comprada en la panadería de la esquina, y una foto de cuando ella tenía 20 años y todavía era estudiante universitaria. Cuando llegó la policía, su caniche estaba lamiéndole la cara.

Nadie dijo nada de la mala suerte de los martes 13.

Cuando sacaron el cuerpo de María Isabel dentro de una bolsa negra, una piba de 17 o 18 años que estaba en la vereda de enfrente del edificio de la muerta murmuró por lo bajo: – Ojo con la trampa de Internet que en la Web no todo es verdadero.

Después atendió su celular, dijo: – !Dale ! Y se fue a tomar una cerveza con un chico que le gusta porque le propuso hablar de cualquier cosa pero mirándose a los ojos.

Alejandro González Dago / periodista y escritor 

En el otoño de 2019
En la Córdoba de la Nueva Andalucía donde muchas cosas no son lo que parece.