El mundo duele, eso no es novedad. La cotidianeidad duele, eso no es novedad. Pero al encontrarse con noticias repugnantes y crueles, la vida duele aún más.
El asesinato de Fernando Báez Sosa es un ejemplo de esto. Fue golpeado impunemente hasta la muerte por un grupo de rugbiers a la salida del boliche “Le Brique” en Villa Gesell. Así, sin más, hoy sus padres lloran por el único hijo que les arrebataron y no podrán besar nunca más.
¿Qué tienen en la cabeza para hacer lo que hicieron con un pibe de 19 años? ¿Cuánta cobardía tenés que llevar adentro tuyo para golpear salvajemente y matar en forma vil a alguien indefenso?
¿Cuándo combatiremos la idea instalada de los grupitos de pertenencia?
Porque está claro que, a esta altura, cuando se están discutiendo cuestiones paradigmáticas, hay que decir de una vez por todas que los grupitos machitos de pertenencia tienden al salvajismo más asqueroso y repugnante.
Si al mundo aún le queda algo de sentido ojalá se haga justicia; sin embargo, lo cierto es que la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires perdió a un posible egresado, sus compañeros a un colega y sus padres al único hijo en común.
Era un pibe más: tenía sueños, metas y proyectos que fueron truncados para siempre. Fernando se quedaba hasta el domingo en Gesell, y ese día cumplía un año de novios con Julieta, su compañera de ruta. Pero no pudo ser: once rugbiers se lo impidieron. Al respecto, los imputados podrían recibir perpetua si se puede probar la carátula por “homicidio agravado por concurso premeditado de dos o más personas y alevosía”.
A pesar del único consuelo que podría traer la condena, no borra el dolor de los padres por la ausencia de Fernando: llevarán para siempre múltiples ideas de esa noche, buscarán explicaciones y argumentos para no martirizarse ante la pérdida más injusta. La existencia tiene poco de justa, pero lo natural en nuestra especie es que los hijos entierren a sus padres. Por supuesto con dolor y tristeza, pero es algo que se espera. Esto no, no se espera, no se premedita.
¿Cómo se hace de ahora en más para levantarse a la mañana, desayunar e ir a trabajar como encargados al mismo edificio en donde se hospedaba Fernando? ¿Y a la noche? ¿A dónde se alojará el deseo de estos padres que han quedado acéfalos?
No hay teorías para dimensionar semejante sufrimiento, no existen disciplinas ni psicoanalistas, no hay caso. El asesinato de un hijo, no.
Esperemos que alguna vez en este país lleno de nada se haga algo digno que sirva como referencia y se enmarque como ejemplo. ¿Qué papel cumplen, además, las instituciones deportivas en los individuos? La mayoría de los rugbiers imputados eran del club Arsenal.
¿Qué fomenta el rugby como deporte? ¿Es casualidad que no sea la primera vez que suceden hechos de esta magnitud con jugadores de ese deporte?
Muchos interrogantes sobre algo que da vuelta sin cesar por muchas personas. ¿No habrá que rever ese sentido de identidad rugbístico tan arraigado? ¿No genera exclusión? ¿Realmente hay ´tercer tiempo´ como se le dice en la jerga o es sólo verso para caretear la realidad?
No se sabe, pero lo único cierto es que un pibe de 19 años fue asesinado y debemos reclamar que haya culpables.