Refugios climáticos

Lo que mata es la humedad, y la temperatura.

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Como es sabido, la temperatura del aire exterior no siempre es un indicador seguro y digno de confianza para determinar el frío o el calor que una persona puede sentir, si está expuesta al aire libre. Existen otros parámetros meteorológicos que influyen como la velocidad del viento, la radiación y la humedad relativa.

Estamos hechos, los seres humanos, para que nuestro cuerpo  esté internamente cerca de 37 grados celsius y la piel a 32 grados celsius. Existen dos factores que aceleran la pérdida de calor del cuerpo humano: 1) La diferencia térmica entre la piel y el entorno y 2) la velocidad del viento. La pérdida continua de calor del organismo es más fácil si la temperatura del entorno es menor a 32 ºC. En el verano, la humedad es el elemento que aumenta la sensación de calor.

El parámetro sensación térmica como efecto combinado de calor y la humedad, se basa en la respuesta de la fisiología humana y sobre la transferencia de calor entre el cuerpo, la vestimenta y el entorno.

Cuando la humedad es elevada, el valor de la sensación térmica excede al de la temperatura del aire. En este caso la sensación térmica cuantifica la dificultad que el organismo encuentra para disipar el calor producido por   el metabolismo interno y la incomodidad asociada con una humedad excesiva.

Si la humedad es baja, la sensación térmica es menor que la temperatura del aire. En este caso el parámetro mide el aumento de la sensación de bienestar, producido por un mayor enfriamiento de la piel debido a la mayor evaporación de la transpiración favorecida por la baja humedad del aire.

¿Eso explica por qué hay días o momentos del día que con el mismo valor de temperatura se siente más o menos sofocantes?

Sí, incluso un día podemos notar que estamos transpirando a cierta temperatura y otros nos sentimos cómodos y secos. Las primeras medidas que genera el cuerpo para enfriarse responden a la temperatura y vienen con la transpiración que no es algo que manejemos a gusto. Cuando la humedad es muy alta, la evaporación es menor y por lo tanto la sensación térmica aumenta. En tanto que, cuando la humedad es baja, aumenta la evaporación y por lo tanto nuestro cuerpo pierde calor y nuestra sensación térmica disminuye.

Cuando hace más de 35 grados de sensación térmica, el viento no ayuda a reducir la temperatura sino que la sube.

Cuando la sensación térmica supera los 32 grados celsius, una persona con manga corta, pantalón y calzado está expuesta a un peligro ambiental. La incomodidad es un aviso de nuestro cuerpo. Hay respuestas inmediatas que tendemos a hacer: quedarnos quietos, permanecer a la sombra, tomar abundante agua, humedecernos. Y acá llegan los abanicos, los ventiladores y los equipos de aire acondicionado.

Cuando recordamos el día del trabajo, mencionamos inclusive ropas especiales que se están brindando para aquellas ocupaciones que no pueden posponerse o cambiarse a horarios del día más frescos.

Lamentablemente, todos estamos familiarizados con la organización de refugios o albergues para personas víctimas de tornados, inundaciones o hasta evacuados por incendios. Ahora se empieza a escuchar “Refugios ante olas de calor”.

Una ola de calor se define como un período excesivamente cálido en el cual las temperaturas máximas y mínimas superan, por lo menos durante 3 días consecutivos y en forma simultánea, ciertos valores que dependen de cada localidad. El cuerpo puede soportar temperaturas altas, incluso mayores a 45 grados o 50, pero la ventaja para lograrlo lo da que no sea por tiempos prolongados, o sea la ventaja la da que a la noche refresca.

En los últimos años, por ejemplo España se ha acostumbrado a encadenar olas de calor. El año pasado se contabilizaron 42 días bajo esta denominación oficial, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Mirando el SIMARCC o servicio de información sobre el cambio climático de Argentina, en nuestra provincia tendremos en 2030 cerca de 30 días con temperatura ambiente superior a 35 grados. Encender el aire acondicionado o enchufar el ventilador son las armas para superar el calor extremo.

No toda la población tiene acceso a estas soluciones, si bien la cantidad de equipos de aire acondicionado en la población ha aumentado drásticamente en los últimos años, de todos modos, los gobiernos deben ofrecer alternativas para reaccionar a tiempo ante eventuales cortes de energía eléctrica de red (que inclusive se va a facilitar que ocurra por los excesos de consumo, cosa que intenta evitarse con la gran campaña que explica cómo usar los equipos acondicionadores de aire).

Estos espacios en principio fueron generados con cobertura vegetal, forestaciones, abundante agua e inclusive sprays. Actualmente se adecúan edificios con aire acondicionado y propuestas productivas o de esparcimiento para que los adultos mayores, los niños, las embarazadas escojan compartir y no se expongan a los riesgos que hasta pueden llegar al grave golpe de calor.

En el caso de Lyon, según reportaba Euro News, se observó que eran indispensables estos sitios seguros porque los adultos mayores tienen una vida social que se desarrolla en plazas, donde se encuentran para compartir y que aunque haga 42 grados es difícil que prefieran no salir.

Pensando que las tendencias que se pronostican para 2030 y lo que ha venido ocurriendo en cuanto a la frecuencia de días con temperaturas más altas de los promedios, ¿cómo se prepara la gente por acá?

Como parte de la educación ambiental, se prepara cuando hacemos divulgación de esta realidad. Vamos, como sociedad haciéndonos a la idea de tener “en vista” dónde nos meteríamos si nos pasa lo que ahora en España, Francia, Estados Unidos. En este sentido, cada vez cobra más protagonismo la frase: «entrar una pasadita al shopping porque hay aire acondicionado». Es algo que la gente hace, lo hacemos. La clave es que ahí se está a 25 o 27 grados y fuera a 40 grados».

Fue noticia el año pasado, cuando en el despertar de la crisis energética europea por el estallido de la guerra, se impusieron severas multas a los centros comerciales que dejaban las puertas abiertas “para atraer a los transeúntes” debido a que la cantidad de energía desperdiciada por esa práctica es enorme.

Como parte de las acciones de los gobiernos, deben empezar a gestionarse estos lugares. Igual que con el covid cada pueblo armó su centro de internación y aislamiento, ahora deben empezarse censos de las personas vulnerables para tener garantizado el refugio aunque sea en las horas de mayor calor de cada día extremo. Recordemos que no es sólo estar, debe haber agua asegurada, servicios sanitarios, pensarse en qué se podrá hacer en esos lugares y por supuesto implementar medidas para garantizar la seguridad y el orden. Y que se mantenga fresco aunque se corte la energía eléctrica.

Como no todas las personas podrán estar en un refugio, la recomendación, si no hay otra opción, ducharse con agua tibia o fresca antes de acostarse para bajar la temperatura corporal, evitar el alcohol, la cafeína y los alimentos picantes por la noche, optar por ropa holgada, ya que la ropa ajustada o los pijamas retienen el aire caliente junto al cuerpo.

Viviana Sbarato (educación ambiental y cambio climático)