Sólo se trata de vivir (I)

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Aquél “escenario de tercios”, soslayado por los encuestadores en la previa a las PASO y confirmado tras éstas en las urnas, mudó a pulseada entre Massa y Milei, llegando ambos -merecidamente- a esta segunda vuelta que tiene en vilo al país y concita interés internacional.

Pero ¿Qué comparten quienes alcanzaron el balotaje? Su entronización fue posible por la declinación de los grandes líderes de la década pasada, Cristina y Mauricio. En ese vacío, en ambas carreras, los primeros planos se alcanzaron por mérito propio.

Massa

Sergio Tomás fundó en 2013 un partido, el Frente Renovador, intentando en 2015, con José Manuel de la Sota mostrarse como una alternativa peronista- conservadora (coalición UNA); aunque, entonces, la alianza Cambiemos (PRO-UCR-CC) interpretó mejor la frecuencia popular, derrotando al poderoso kirchnerismo gobernante, con pleno aprovechamiento de las tres vueltas electorales.

Frente al macrismo (2015-2019), Massa osciló entre coqueteos, avales y rechazos. Pareció más cómodo en la provincia de Buenos Aires comandada por María Eugenia Vidal, prestando apoyos legislativos cruciales o animando un diálogo político con la otrora “Leona”. Mientras que el presidente Mauricio, fastidiado por la inasibilidad del tigrense en las ligas nacionales, le estampó el apodo que lo signó por mucho tiempo: “Ventajita”.

Fracasado el gobierno macrista, Massa aprovechó el “giro a la derecha” de CFK cuando ésta abrió las puertas, en 2019, a la troupe encabezada por Alberto Fernández, naciendo el “Frente de Todos”. Ocupó la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación y reclamó posiciones relevantes del Ejecutivo para cuadros del Frente Renovador.

Conduciendo la Cámara Baja en los complejos años 2020 y 2021, en los que a la pandemia se agregó la crisis permanente entre el presidente Alberto y la vicepresidenta Cristina, Massa mostró volumen. Su muñeca permitió entendimientos entre oficialistas o entre éstos y la oposición, adquiriendo creciente predicamento.

Pero su mayor aporte a la gobernabilidad, se concretó al asumir como ministro. Para renegociar la deuda externa y gestionar la alicaída economía nacional (que en la gestión Macri decreció un 5%, con una inflación de 56% en 2019 y un incremento en la deuda externa de más de 56 mil millones de dólares), Alberto eligió a Martín Guzmán, víctima de la feroz interna entre los Fernández, sustituido en 2022 por Silvina Batakis (de apenas 24 días de gestión).

El 28 de julio Massa se hizo cargo de la conducción económica, no sin antes negociar la reformulación del gabinete, absorbiendo carteras hasta entonces dependientes del Presidente (energía, producción, agroindustria, etc.).

Al frente de este superministerio (atendiendo al consejo, dicen, de Roberto Lavagna) volvió a exhibir envergadura. Liderando un equipo compacto, convocando técnicos del interior del país, mostrando agenda y contactos propios, contuvo los incendios que arrasaron con el voluntarismo de los “funcionarios que no funcionan” designados por Alberto (denostados por Cristina).

La historia pondrá en su lugar al gobierno de Fernández. Cierto es que su
menguada consideración popular inhibió cualquier intento reeleccionista,
afectando también a la competencia de CFK como “gran electora”. Tras
bendecir aquélla una fórmula impensada (De Pedro-Manzur), Massa encaró
una avanzada que, con apoyo de los gobernadores peronistas, lo consolidó
como candidato para las PASO, en dupla con un viejo conocido: el “Chivo”
Agustín Rossi.

A sus 52 años, con casi 30 de vida política, Sergio Massa pudo sostenerse a
pesar de las dificultades, llegando competitivo a las PASO y afirmándose en la
primera vuelta.

Milei

En la vereda de enfrente, nadie podrá quitar a Javier Gerardo su enorme logro. Sin partido, este economista que comenzó a trascender hace 10 años por su participación como columnista (diarios, radio, televisión) fue mucho más allá de la creación de un personaje extravagante y generó su espacio: la coalición La Libertad Avanza (desde 2021).

Su mensaje (para muchos superficial, incompleto, poco coherente, agresivo, discriminador) captó empero la atención de millones de personas y luego la adhesión de un amplio espectro de desencantados que habían confiado en la propuesta de “Cambiemos” y que no digirió a “Juntos por el Cambio” (su versión más impopular).

La descomposición de “Cambiemos” se verificó en dos tiempos. Primero, al ser oficialismo (gobernando el PRO en soledad, aislándose de sus socios y fallando en sus planes político y de gestión). Posteriormente, cuando ejerció la oposición (ya erigida en “Juntos por el Cambio”) y los delfines de Mauricio entendieron, tras una buena elección en 2021, que había llegado su tiempo, enfrentándose en una interna fatal. Frente a las pujas groseras entre los muchos autopercibidos “presidenciables” amarillos, la “audiencia” (en términos de Bernard Manin) se retrajo.

Milei aprovechó cada secuencia, utilizando un discurso sencillo, práctico, efectivo. Sus propuestas son muy conocidas, enmarcadas en un frontispicio “libertario”. Ya el uso de esta palabra genera tensión, hoy vinculada a una corriente ideológica “anarco-capitalista” (cuando apenas cuatro o cinco décadas atrás sintetizaba al polo ideológico opuesto, el “anarco-socialismo”, empleada recurrentemente por las organizaciones insurreccionales de izquierda).

Con todo, las corrientes “libertarias” -se sabe- ganan anchura en diversos países por la impotencia de la dirigencia convencional frente a graves problemas, aunque es difícil categorizarlas. El “anarco-capitalismo” es indescifrable como doctrina y contradictorio con la vocación de competir por alcanzar el gobierno. Tampoco es fácil abordarlo como movimiento político internacional (al confluir personajes de inequívoco sesgo anti-democrático).

Los “genéricos” de Milei (dolarización, casta, motosierra) ganaron amplificación a medida en que se desgastó el “bicoalicionismo” post 2001 (uno comandado por el macrismo, el otro por el cristinismo). En su primera fase, contribuyeron al “mito Miel” la ligereza de estructura, sus posturas radicales, una actitud agresiva, el incierto pero enfático ofrecimiento de un futuro para los que lo perdieron, la trayectoria mediática ganada desde un plano “serio” como la economía.

A sus 53 años, este varón de clase media, profesional exitoso, sin pasado en la política que lo complique, ex arquero profesional, rockero, profesor y escritor, mostrando pasión y convicción en cada intervención pública, encarnó como esperanza para votantes de todas las edades.

Logrando visibilidad en muchos distritos (ganando él mismo una banca) en 2021, muy enfocado en sus ataques a personajes del mundo PRO (en especial Horacio Rodríguez Larreta, a quien infligió un daño cierto e irreversible), con capacidad cierta para mostrar problemas concretos e irresolutos de la vida política argentina, de la mano de Milei, se comenzó a construir la base “libertaria”.

José Emilio Ortega