El sistema político argentino vuelve a mostrar que las PASO cumplen una función relevante. Las tres vueltas electorales, permiten afirmar las opciones, consolidando oficialismo y oposición, permitiendo acuerdos de gobernabilidad.
Cabe tras ellas preguntar: ¿Terminó el bicoalicionismo o siguen dos convoyes similares, pero en los que han cambiado locomotoras y vagones?
El núcleo conservador de Juntos por el Cambio (liderado por Macri) se acercó a Milei. Anima al ingeniero boquense, impedir la llegada de “Ventajita” a la Casa Rosada. Su ex socio Gerardo Morales agrega temores sobre asuntos judiciales. Se dice, su influencia morigeró el discurso de Milei, que visualiza haber obtenido logística indispensable para la jornada electoral. Es difícil explicar otras coincidencias de los cambiemistas frente a las propuestas libertarias; tampoco, quiénes son los referentes amarillos que adhieren (y cuáles llegarían a un elenco de gestión, en caso de triunfar).
Además de Macri y radicales como el mendocino Cornejo, La Libertad Avanza logró el apoyo del líder de Hacemos por Nuestro País, Juan Schiaretti (cuarto en la primera vuelta, con casi el 7% de los votos).
Sus críticas a Massa durante los últimos días (multiplicadas por sus incondicionales Alejandra Vigo, Carlos Gutiérrez y Osvaldo Giordano) y el anuncio de una “neutralidad pública” inviable en un escenario de balotaje, tributan al “León”, en un distrito antikirchnerista (en la segunda vuelta de 2015, arrojó casi 72% en favor de Macri).
Las adhesiones a Milei de Orlando Arduh (a cargo de una importante secretaría en la futura gestión de Hacemos por Córdoba) y del viceintendente capitalino electo, Javier Pretto (ex presidente del PRO provincial), se leyeron en idéntico sentido.
En el bunker de Unión por la Patria, se afirma la centralidad de Massa, comandando la campaña y el gobierno. Se repliega una generación: la de Cristina (quien cerca o lejos mantendrá influencia) y Alberto (difícil es que trascienda, en el corto plazo, de su rol de “ex presidente”).
El fruto principal del movimiento kirchnerista, la agrupación “La Cámpora”, presenta algunos cuadros que continuarán en posiciones como intendencias, bancas legislativas u organismos de importancia.
Pero son Sergio Massa y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, los líderes más importantes del peronismo. De idéntica edad, uno nacido a la política en la UCeDé y el otro en el marxismo universitario. El resultado del balotaje (primero) y el devenir del próximo cuatrienio, moldeará el rumbo político de la coalición liderada por el viejo justicialismo.
Córdoba es una gran incógnita en este realineamiento ¿qué está pasando en el peronismo local, más allá de Schiaretti y sus aliados del “Partido Cordobés”? ¿Qué ocurre en el radicalismo autóctono más cercano a Gerardo Morales?
Lo que queda
Es difícil para los peronistas cordobeses que históricamente defendieron coaliciones como Unión por Córdoba o UNA, la neutralidad propuesta por Juan Schiaretti. Inicialmente por goteo, en las últimas horas a otro ritmo, numerosos dirigentes, funcionarios, legisladores o concejales comenzaron a “blanquear” su apoyo a Sergio Massa.
Las altisonantes posturas de Pretto o Arduh (coherentes con su pasado antiperonista), conmovieron a muchos justicialistas reacios a apostar por el economista anarco-capitalista.
El mismo que no ve con malos ojos la creación de un mercado de órganos humanos; que insultó al Papa Francisco (aunque luego se desdijera en el debate); que junto a su candidata a vicepresidenta Victoria Villarreal alientan la negación del terrorismo de Estado; que admira a Margaret Thatcher (enemiga de la Argentina, como señaló acertadamente Massa en el debate) y otros neoconservadores de su tiempo; que rechaza vínculos con los “estados comunistas” brasileño y chino, principales destinos de las exportaciones cordobesas; que propone la eliminación del Banco Central y considera que nuestra moneda nacional es “excremento”.
El mismo que alienta el fin de los clubes deportivos, transformándolos en sociedades anónimas; que aboga por la portación libre de armas sin enunciar, en el debate, propuestas en seguridad; que descree del rol del Estado promoviendo el comercio exterior y critica al Mercosur (vital para Córdoba ahora y siempre); que no ve con malos ojos al arancelamiento universitario; que descree del cambio climático y rechaza las agendas internacionales en medio ambiente; que amenaza con gobernar por decreto si el Congreso no aprueba sus iniciativas.
Para muchos argentinos, como canta Litto Nebbia, “sólo se trata de vivir”.
Edité junto al gran cantor popular nacido en Rosario, un libro sobre su obra, en 2021 (Las Letras de Nebbia). Contó Litto entonces que escribió esa “canción de viajero” en San Luis Potosí, México. Corría 1979, duro tiempo de exilio para él. Visitando a los pocos días Aguascalientes, la compartió con amigos en la noche previa al show, y tanto gustó que la incluyó en su concierto. A los pocos meses – consta en el libro – la grabó en Nueva York. Reflexionó aquel hombre joven, sensible, construido desde abajo, que ya sabía de ascensos y caídas: “Creo que nadie puede dar una respuesta / ni decir qué puerta hay que tocar”.
Dijo Milei, eufórico, tras su victoria en las PASO: “Se terminó la atrocidad de que donde hay una necesidad nace un derecho”. Se lo dijo a sus fanáticos, pero lo estaban escuchando todos los argentinos. Los millones de pobres que esperan soluciones. Nuestros abuelos que tanto necesitan y que él estigmatiza como “viejos meados”. Los trabajadores de tantas empresas grandes, medianas o pequeñas que aún exportan y cuyos destinos principales son los países que él abomina. Los estudiantes, profesores e investigadores de nuestras universidades. Los servidores públicos, empleados de un Estado que evidentemente Milei desconoce, al que considera “un estorbo”.
Vuelvo a Nebbia: “creo que a pesar de tanta melancolía / tanta pena y tanta herida / sólo se trata de vivir”.
Sólo se trata de vivir, Sergio Tomás Massa.
Sólo se trata de vivir, Javier Gerardo Milei
Sólo se trata de vivir, Juan Schiaretti.